Retrato del adinerado mercader Giovanni Arnolfini con su esposa Jeanne Cenami, fechado el año 1434 en Brujas, por Jan Van Eyck, integrante de los llamados "primitivos flamencos". Esta obra, que se expone en "The National Gallery" de Londres desde 1842 (#queyolovisto), destaca tanto por la minuciosidad de los detalles, casi microscópica, como por la gran cantidad de elementos simbólicos que se incluyen en ella.
Llama poderosamente la atención el uso "revolucionario" del espejo, que refleja toda la estancia en perspectiva, y en cuyo marco se muestran 10 de las 14 estaciones del Vía Crucis, lo que sugiere un ambiente cristiano y espiritual. Todo en 5,5 centímetros con una precisión y un realismo que consigue atraparte bajo un efecto casi hipnótico (#queloflipas). El reflejo además, nos presenta a otras 2 personas dentro de la habitación, un clérigo y al propio autor, que firma el cuadro sobre la pared con la frase "Jan van Eyck estuvo aquí en 1434", dando fé, como testigo del enlace. El propio Velázquez se inspiró en este cuadro, al usar el espejo como recurso cuando pintó "Las Meninas"
Dentro de este óleo, nada aparece por casualidad, todo tiene un porqué y su significado. Se llega a interpretar el cuadro como una alegoría del matrimonio y de la maternidad, siendo el retrato de una pareja que, curiosamente, no tuvo hijos. Analizando la escena, encontramos que cada objeto simboliza algo, ni siquiera los colores están elegidos al azar, destacando el verde (fertilidad) y el rojo (pasión). Las naranjas, la cama, la alfombra, los zuecos (de ella y de él), los rosarios, la lámpara, el cabecero de la cama, el perro... todo quiere decirnos algo más de lo que vemos, todo tiene su simbolismo, por ejemplo vemos una gárgola sonriente que queda situada justo sobre las manos de los Arnolfini, como una especie de exorcismo, para alejar de ellos el mal que los atenaza, la falta de descendencia.
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