- ¿No quieres dejarlo ya? ¿Para que tanto esfuerzo? Sí, no me mires con esa cara de sorpresa. No es que no tengas talento, pero ya no quiero estar más contigo. Eso es todo. La verdad es que me das ásco. ¿Puedes acabar tu trabajo? No quiero quedarme en la consulta hasta que se me haga de noche.
- Pero, ¿Qué te he hecho?
- Dios mío, ¡Tú no has hecho nada! Eres fea, no te cuidas, estás flácida y te huele el aliento, ¿No es suficiente? Hay que abrir ese aparato, ahora no te quedes ahí como si te hubieran apaleado, no es el fin del mundo, ni para ti, ni tampoco para mi. Yo ya no quiero seguir, eso es todo. Lo he intentado, he intentado imaginarme a otra mientras duermo contigo, una que huela bien, que sea joven y no esté tan ajada como tú. Pero me falta imaginación. Al final eres tú siempre la que está ahí y me entran ganas de vomitar y me avergüenzo de mi mismo. Así que, ¿Para qué seguir?
- ¿Has terminado?
- Sí, hace rato.
- Tienes que ser muy infeliz, para ser tan miserable conmigo.
- ¡Dios mío! ¡Déjalo! ¿De acuerdo?
- Sé que no soy ninguna belleza, el que me huela el aliento tiene que ver con mi úlcera, tú lo sabes, pero antes tampoco te molestaba eso, cuando estabamos juntos. Mi úlcera ya la tenía, cuando todavía vivía tu mujer.
- ¡Por favor! Ahórrame los detalles sórdidos, pero te diré que siempre me ha asqueado tu aliento. Lo acepté, porque quería olvidarme de mi dolor, por la muerte de Julie, y me daba todo igual, podría haberme tirado a una vaca. Las putas, por desgracia viven demasiado lejos. Y una vez cada dos meses, no es suficiente para mi, a pesar de mi avanzada edad, así que deja ya de hacerte la mártir y desaparece ya de una vez.
- ¿Por qué te has dado cuenta ahora de todo eso?
- ¿Cuándo tendría que haberme dado cuenta en tu opinión? En el hospital, me olvidé, de lo mucho que me aburrías. Uno se vuelve sentimental, cuando tiene dolores. ¡Desparece! ¡Vete! ¿¡Es que no tienes amor propio!?
- A tu lado, no puedo permitírmelo.
- Sí, es cierto.
- ¿No tienes miedo de que haga alguna tontería?
- ¡Adelante! Al menos así, conseguirías sorprenderme, pero ¡Cuidado! podrías hacerte daño.
- Lo sé, soy ridícula. Te daría completamente igual.
- Sí.
- ¿Por qué me desprecias? ¿Porque te estoy ayudando a criar a tu hijo? ¿Porque observo en silencio como manoseas a tu pequeña hija? (le da un guantazo) ¿Porque te ayudo a engañarte a ti mismo? ¿Porque escucho pacientemente lo especial que era tu amor por Julie, a pesar de que todo el pueblo sabe que la maltratabas igual que a mi? ¿Porque te quiero, a pesar de que tú no soportas que te quieran?
- Así, es. Levántate, tengo que trabajar.
- No puedes permitirte el lujo de renunciar a mi ¿Quién si no, te va a hacer el trabajo sucio? ¿Quién te va a ayudar con los niños y la consulta? No hablas en serio, sólo quieres saber hasta donde puedes humillarme, ¿Verdad? ¿Se lo tragará o puedo aún hundirla un poco más en el fango? Yo también estoy cansada. Tengo dos niños retrasados: Karli y tú. Tú eres el que más trabajo da.
- (levanta la vista de los papeles, la mira y dice harto) ¡Dios Santo! ¿Por qué no te mueres?
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